Mi Brújula como Liquidador Judicial: Un Compromiso Personal.

Por Óscar Bermán Boldú «Yo, Liquidador Judicial»

Este no es un artículo para el público, ni una explicación técnica de mis funciones. Esto es para mí. Un recordatorio de la esencia de mi labor, de la tormenta que a menudo debo navegar y del faro que siempre debe guiar mis acciones como liquidador judicial.

Cada vez que asumo un nuevo caso, acepto una responsabilidad inmensa. No se trata solo de números, activos y pasivos; se trata de historias empresariales que llegan a su fin, de esperanzas truncadas, de acreedores que confían en mi gestión para recuperar, al menos en parte, lo que les es debido. Y en medio de esa complejidad, mi rol es ser el ancla de la equidad y el orden.

Mis Pilares Fundamentales:

  1. Integridad Inquebrantable: Mi primera y más sagrada obligación. Cada decisión, cada informe, cada acción debe estar libre de cualquier influencia indebida, de cualquier interés personal. La transparencia no es una opción, es la base sobre la que construyo la confianza de los juzgados y de los acreedores.
  2. Diligencia y Profesionalismo: No hay atajos. Cada expediente merece un análisis exhaustivo, cada activo una valoración justa, cada acreedor una respuesta fundamentada. La complejidad de los casos exige estudio constante, adaptabilidad y una meticulosidad a prueba de errores. Mi reputación se forja en la calidad de mi trabajo.
  3. Imparcialidad Absoluta: Estoy en medio de intereses a menudo contrapuestos. Mi lealtad es con la ley y con el proceso justo. No hay acreedores de primera o segunda clase más allá de lo que la prelación legal establece. Debo escuchar a todos, pero decidir con la objetividad que mi cargo demanda.
  4. Búsqueda de la Máxima Eficiencia: El tiempo es un factor crítico. Mi objetivo es realizar los activos en las mejores condiciones posibles y en el menor tiempo razonable, para minimizar los costes del proceso y maximizar el retorno para la masa de acreedores. Esto requiere estrategia, creatividad y, a veces, decisiones difíciles.
  5. Empatía Controlada: Aunque debo mantener la objetividad profesional, no puedo ser ajeno al drama humano que a menudo rodea la insolvencia. Entender las preocupaciones de los involucrados, sin dejar que las emociones nublen mi juicio, es un equilibrio delicado pero necesario.

Los Desafíos que Me Fortalecen:

No es un camino fácil. La presión es constante: plazos judiciales, expectativas de los acreedores, la complejidad inherente a desentrañar entramados societarios o encontrar activos ocultos. A veces, la información es escasa o confusa. En ocasiones, debo tomar decisiones que, aunque legales y justas, no satisfacen a todos.

Pero es precisamente en la superación de estos obstáculos donde mi rol cobra verdadero sentido. Cada problema resuelto, cada activo recuperado, cada distribución equitativa es una pequeña victoria que reafirma mi propósito.

Mi Compromiso Diario:

Hoy, como cada día, me comprometo a:

  • Actuar con la cabeza fría y el corazón justo.
  • Ser un guardián de los procedimientos y un facilitador de soluciones.
  • Recordar que detrás de cada expediente hay personas e historias.
  • Mantener mi formación actualizada y mi ética intachable.
  • Aportar orden al caos, y justicia donde parece haberse perdido.

Mi labor, aunque a menudo solitaria y de una exigencia implacable, es una pieza angular para el tejido económico y social. Soy, en esencia, una persona de cierre, pero también, y con igual convicción, un constructor de nuevos comienzos, pues mi intervención asegura que los recursos se reasignen con orden, abriendo cauce a futuras oportunidades.

«Que esta reflexión sirva para renovar mis fuerzas y mantener mi rumbo firme, siempre al servicio de la justicia y la equidad”.

Barcelona a 15 de mayo de 2025

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